viernes, 22 de octubre de 2010

Cómo bailar bajo la lluvia

Era una mañana agitada, eran las 8:30, cuando un señor de unos 80 años, llegó al hospital para que le quitaran los puntos de su pulgar. El señor dijo que estaba apurado y que tenía una cita a las 9:00 am. Comprobé sus señales vitales y le pedí que tomara asiento, sabiendo que quizás pasaría más de una hora antes de que alguien pudiera atenderlo. Lo ví mirando su reloj y decidí, que ya que no estaba ocupado con otro paciente, podría examinar su herida. Durante el examen, comprobé que estaba curado, entonces le pedí a uno de los doctores, algunos elementos para quitarle las suturas y curar su herida.
Mientras le realizaba la cura, le pregunté si tenía una cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía tan apurado.
El señor me dijo que no, que necesitaba ir al geríatrico para desayunar con su esposa. Le pregunté sobre la salud de ella.
El me respondió que ella hacía tiempo que estaba allí, ya que padecía de Alzheimer.
Le pregunté, si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde.
Me respondió que hacia tiempo que ella no sabía quien era él..., hacía cinco años que ya no podía reconocerlo.
Me sorprendió, y entonces le pregunté, ¿y usted sigue yendo cada mañana, aun cuando ella no sabe quien es usted?.
El sonrió y me acarició la mano.
'Ella no sabe quien soy, pero yo aún se quien es ella."

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy bonito Penélope.
Un abrazo.